¿Vino o cerveza? Esa es la cuestión. Hay que tener en cuenta que ambas bebidas son de las más antiguas de la humanidad. Quizá dependiendo del tipo de gente con la que salimos o el plan que se tenga en el bar hace que nos apetezca un "vinito" o una buena cerveza, pero, si les soy franco, yo me quedo con la cerveza. Después de esta reflexión un tanto absurda y que no lleva a ningún sitio, quiero adentrarme en una cerveza que, sin lugar a dudas, está siendo la revelación del panorama cervecil salmantino. Nos referimos a la cerveza Bizarra.
De nuevo, nos encontramos con una cerveza desarrollada con productos naturales; sus fabricantes son fieles al proceso artesanal. A la hora de realizar la cata, hemos tomado una Bizarra Rubia; podríamos hablar de cada tipo de Bizarra pero la cuestión es no alargar la explicación. De esta manera, se comprueba que el tono del líquino y su corporeidad no es tan turbio como el de otras cervezas comentadas en otras entradas. Crea mucha espuma, se comporta como una cerveza artesanal, pero ¿cuál es entonces su peculiaridad que le hace ser una cerveza puntera? Su sabor contiene un tratamiento afrutado con motivo de lúpulos americanos tropicales. Según se prueba la cerveza, se aprecia el sabor no de forma tan fuerte al principio; sin embargo, sí se percibe cuando poco a poco se puede saborear la amargura de la malta y, a continuación, las frutas.
Existen cuatro gamas: rubia, de trigo, tostada y negra. Desde mi punto de vista, podría considerarse la rubia como la mejor para comprobar el verdadero sabor de esta marca. Los otros tipos son excelentes, pero la fuerza del sabor tostado hace que se perciba menos el carácter de la marca Bizarra; por ello, les recomiendo que tomen la rubia. ¡Que disfruten de una cata muy bizarra!